Esta es una receta que me ha costado lo suyo
conseguir, es un clásico de un bar
pequeño al que solemos ir desde hace muchiiiiiiiiisimos años, siempre que nos
la ponen de tapa le pedimos la receta, (ya me diréis si la hacéis, el por qué de
tanta insistencia), es un verdadero placer para el olfato cuando se está
haciendo y al paladar cuando por fin se degusta.
Se trata de un bar no muy grande, del barrio donde se crió
Fófo y siempre que podemos nos acercamos para tomarnos un par de cervecitas
acompañadas de sus maravillosas tapas y sobre todo por la compañía que nos
brinda la gente que allí se reúne… La de toda una vida.
Ingredientes:
1 ½ kl de costillas
1 cabeza de ajos, más dos dientes
1 hoja de laurel
1 ½ pimiento seco
1 guindilla
2 rebanadas de pan
1 litro de vino blanco
1 litro de agua
1 chorro de vinagre
Sal
Aceite de oliva
Preparación:
En una cacerola amplia ponemos aceite hasta cubrir el fondo,
ponemos al fuego con la cabeza de ajos y la hoja de laurel.
Cortamos las costillas individualmente, salamos y freímos
en tandas hasta terminar todas las costillas y dejarlas doraditas. Echamos
todas en la cacerola y le agregamos el litro de vino, el de agua y el pimiento seco, cocinamos a
fuego fuerte hasta que comience a hervir, en ese momento bajamos el fuego a
moderado.
Ponemos los dientes de ajo que nos quedaban en un mortero
limpios de piel y machacamos con una pizca de sal, mientras freímos las
rebanadas de pan hasta que estén doraditas por todos los lados e incorporamos al
mortero y majamos bien.
Cuando el pimiento esté tierno retiramos de la cacerola,
cortamos a la mitad y raspamos con un cuchillo para obtener la pulpa (a mi me
ha costado un poco y finalmente lo he cortado a cuchillo muy finito) y añadimos al majado, mezclamos bien y echamos
a la cacerola junto con el chorrito de vinagre, una cucharadita de pimentón y
la guindilla, removemos un poco y
dejamos cocinar hasta que el caldo reduzca a la mitad.
Rectificamos de sal y cocinamos unos minutos más.