El otro día mientras los hombres
trabajaban en el terreno de los abuelos los niños y yo nos fuimos a coger
moras, yo tan entusiasmada me subí a un tramo un tanto empinado donde
 apenas tenía espacio y me lié a coger moras  como loca llevándome
algún arañazo que otro, lo malo fue cuando perdí el equilibrio y por no dejar caer
las moras, se me lió una ramita espinosa  en la pierna cual liana viva,
que me dejó la pierna como si dos gatos enfadados se hubieran peleado con ella,
eso sí con sus espinas correspondientes clavadas como  cuentas de
 rosario.
Bueno aún así me limpié como pude
y seguí recogiendo moras, claro que ya a pie de camino  sin muchas
florituras.
Pero ahí no terminó la cosa, mi
hijo buen conocedor de ese terreno nos llevó a otro zarzal que estaba
repletito, con unas moras preciosas de un tamaño espectacular, no teníamos
muchas cogidas cuando mi vecinillo comenzó a dar saltos, pobrecito mio, una
avispa le había picado encima del labio, pues ya os podéis imaginar, corriendo
para  curarle la picadura, una cataplasma con tierra y vinagre y mano
de santo, apenas se le inflamó.
Ese día dimos por terminada la
excursión, eso si,   puedo decir que estas moras nos costó dolor y sangre.
Al día siguiente repetimos, esta vez con la familia y mi hija se
percató de que en ese zarzal había un avispero (por eso ahí estaban las moras
más gordas), recogimos unas poquitas más con las que os dejaré alguna
cosita hecha con ellas.
Hoy por ejemplo una deliciosa mermelada que nos puede
servir para desayunos, postres y un sinfín de
platos.
Ingredientes:
300 g de moras
200 g de azúcar
1 limón
200 ml  de agua
Preparación:
Lavamos bien las moras  bajo un buen chorro de agua,
retiramos rabitos y posibles hojitas.
Ponemos en un cazo junto con el azúcar, dejamos macerar  un
poco.
Le echamos el agua y la piel de medio limón, ponemos al fuego y
dejamos cocer hasta el agua se haya reducido la mitad, retiramos la piel de
limón y cocemos un poco más removiendo de vez en cuando sin perderle mucho la
vista, trituramos un poco con la batidora para romper el fruto  hasta
obtener la consistencia deseada, le agregamos unas tres  cucharadas 
del zumo de el  limón, removemos y apagamos el fuego, embasamos en tarros
de cristal que taparemos aún calientes colocando bocabajo hasta que enfríen
para que hagan el vacio. O dejamos reposar hasta que se enfríe en su totalidad
para su utilización.
Truco:
Cuando haya reducido a la mitad el líquido, podemos retirar parte
de líquido en el que desliaremos una hoja de gelatina previamente hidratada en
agua fría bien escurrida y unas cucharadas de zumo de limón, removemos bien y
dejamos enfriar en un tarro de cristal, y nos pude servir como sirope.



